Sumario: | La crisis económica internacional desatada desde finales de
2008 ha impactado negativamente los indicadores laborales
alrededor del mundo, afectando de manera particularmente
fuerte a la población joven. En efecto, mientras la tasa mundial
de desempleo ha exhibido un incremento de 0,5 puntos
porcentuales (pps), la tasa juvenil registra un repunte tres
veces superior en los últimos años (Gráfico 1). Más aún,
el empeoramiento de las condiciones laborales juveniles
se ha recrudecido recientemente, al punto que en 2013
el 75% de los países aumentaron la proporción de jóvenes
(15-29 años) que no solo no trabajan ni estudian, sino que
tampoco reciben formación técnica (NEET)1. Para completar
el panorama adverso, los jóvenes que logran acceder a un
empleo lo hacen en condiciones de precariedad, siendo
del 60% la proporción que carece de un contrato estable
y que percibe salarios inferiores al promedio, y del 80% los
que laboran en la informalidad (OIT, 2014).
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