La caricatura política de Ricardo Rendón y el final de la hegemonía conservadora 1920-1930

Cierto día contemplando la obra de Velásquez llamada Las Meninas, se puso de manifiesto, claramente, que existe una forma de lenguaje que busca transmitir y representar un contenido, una esencia. Esto es lo que busca el pintor, de la misma manera y guardando las debidas proporciones, que un po...

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Detalles Bibliográficos
Autor Principal: Rincón Galvis, José Fernando
Otros Autores: Puello-Socarrás, José Francisco
Formato: Trabajo de grado (Bachelor Thesis)
Lenguaje:Español (Spanish)
Publicado: Universidad del Rosario 2008
Materias:
Acceso en línea:http://repository.urosario.edu.co/handle/10336/5314
Descripción
Sumario:Cierto día contemplando la obra de Velásquez llamada Las Meninas, se puso de manifiesto, claramente, que existe una forma de lenguaje que busca transmitir y representar un contenido, una esencia. Esto es lo que busca el pintor, de la misma manera y guardando las debidas proporciones, que un político al tratar de transmitir algo con un discurso. Pero ¿Tendrán algo en común un pintor y un político? Desde el punto de vista discursivo sí. Para el primero su caballete, sus pinturas y su lienzo se constituyen en herramientas del lenguaje, mientras que para el segundo, las palabras, sus significados y la fuerza de sus frases cumplen el mismo propósito. Los dos tienen un público, los dos son el reflejo de una situación determinada y los dos buscan una tener la atención de los que los observan y escuchan. El pintor contempla una realidad y la plasma, el político elabora un discurso observando las necesidades del momento, así ambos se constituyen en “dadores de sentido” y personificaciones de un imaginario social.